Palau Gúell II



















Una escalera noble conduce a la auténtica joya de la corona del Palau Güell: el sorprendente, misterioso y telúrico salón central de siete pisos de altura coronado por una cúpula parabólica en forma cónica. La cúpula, perforada por una serie de pequeñas aberturas en forma de círculo que filtran una tenue luz indirecta, da al salón, con su curiosa apariencia de planetario bajo la luz del día, y que para muchos se asemeja a la sala central de un hammam árabe, más conocido como harén.

La azotea presume las veinte chimeneas ideadas por Gaudí y restauradas entre 1988 y 1992 por un grupo de artistas que reconstruyó las ocho más dañadas, de manera totalmente fiel al trabajo original de Gaudí.

En una de estas nuevas chimeneas, con un poco de paciencia, se puede localizar en el trencadís, o mosaico roto, un Cobi, la mascota olímpica de Barcelona 92, que obviamente no diseño Gaudí. Las chimeneas, todas únicas y diferentes como si se tratara de bocetos diversos de un modelo idealizado, recuerdan, con un poco de imaginación, un grupo de árboles y representan uno de los primeros esbozos del proyecto que Gaudí culminaría unos años después con la azotea de la Pedrera, su obra cumbre en imaginación y audacia ultravanguardista .En el Palau Guell, Gaudí utilizó por primera vez el famoso trencadís, un revestimiento elaborado con fragmentos irregulares de mosaico, técnica de origen árabe que el arquitecto de Reus y el Modernismo en general adoptaron posteriormente como una de las principales formas de expresión. Si se presta atención chimenea por chimenea, acaba descubriéndose en una de ellas -probablemente la última construida por Gaudí y totalmente de color blanco- el pequeño sello verde de un fabricante de cerámica de Limoges.

Cuenta la leyenda que Eusebi Güell tenía una fantástica vajilla de Limoges de la que se cansó y que dio al arquitecto para que la utilizara en el revestimiento de la última de las chimeneas del palacio. En el otro extremo del palacio, en el sótano, se encuentran las caballerizas, de vueltas muy rebajadas apoyadas en sencillas columnas fungiformes, una arquitectura espectacular concebida para acoger las cuadras y las cámaras de los palafreneros de palacio. Las columnas y los capiteles de ladrillo son uno de los paisajes más enigmáticos, sugerentes y conocidos de la arquitectura gaudiniana. La familia Güell vivió en este palacio hasta la Guerra Civil, cuando fue confiscado por los anarquistas de la CNT-FAI, que lo convirtieron en cuartel y prisión. Los Güell no volvieron nunca más. El abandono y el deterioro generalizado de esta zona de la ciudad llevaron a los herederos del conde Güell a ceder el palacio a su actual propietaria, la Diputación de Barcelona, cesión que tuvo lugar en 1945.

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1 comentario:

Clari dijo...

que lindas fotografias, nada mejor que grabar en imagenes los momentos de un viajero.. ahora que con mi novio vamos a viajar por argentina, vamos a llevar la cámara para poder mantener los instantes que nos hicieron feliz en cada momento.